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El Estado que rinde : reflexiones sobre una idea a la que le ha llegado la hora, pero cuya implantación aún está pendiente

By: SCHICK, Allen.
Material type: materialTypeLabelArticlePublisher: Caracas : CLAD, Octubre 2004Online resources: Acesso Revista del CLAD Reforma y Democracia 30, p. 19-60Abstract: Hay muchos caminos hacia el rendimiento, pero ninguno de ellos está lo suficientemente bien marcado como para asegurar el éxito. Algunos están basados en procedimientos administrativos, otros en compromiso profesional. Algunos pertenecen a la Nueva Gestión Pública y otros encajan bien en la administración pública tradicional. Es útil operacionalizar la búsqueda del rendimiento de forma secuencial, ordenando las innovaciones de forma lógica, de modo que una pueda sentar las bases de la otra. Así, al poner énfasis en la secuencia y en las condiciones que permitan hacer avanzar el rendimiento, es preciso comenzar por las actitudes y moverse hacia las acciones gerenciales y de ahí a la política.Abstract: El movimiento a favor del rendimiento ha hecho que los gobiernos hayan adoptado medidas cada vez más fuertes para lograr buenos servicios públicos. En el pasado se consideraba que una fuerte ética de servicio público era suficiente, después se añadió el foco en el rendimiento, seguido de una serie de instrumentos de medición, cambios organizativos, obligaciones contractuales y derechos legales. Se consideraba que cada instrumento era un paso limitado en la cadena que lleva al rendimiento, con la posible excepción del último, que establece derechos legales para los ciudadanos a recibir un buen servicio. Todo lo que se interpone en el ejercicio de estos derechos se considera sospechoso, incluso el propio Estado. Si éste concede derechos pero no puede cumplir sus promesas, otras instituciones pueden ocupar su lugar.Abstract: Sin embargo, la demanda de rendimiento está corroyendo la posición especial del Estado. La descentralización administrativa y fiscal ha transferido recursos del gobierno nacional a los gobiernos locales; agencias independientes han obtenido autonomía operacional del Estado al que sirven nominalmente; las organizaciones internacionales han incursionado en algunas de las funciones vitales del Estado-nación, incluyendo justicia criminal, defensa y política económica; las ONGs se han convertido en proveedoras de servicios y gozan de una posición cuasi pública en conferencias internacionales. Además, como ya hemos señalado, los mercados cada vez participan más en la prestación de servicios. Abstract: El Estado no puede rendir si el presupuesto no lo hace. Independientemente de la determinación de los gobiernos en orientar la gestión y la entrega de servicios hacia resultados, si las asignaciones presupuestarias se hacen al margen del rendimiento, también lo estarán los políticos y directivos. No obstante, conseguir que el presupuesto se oriente al rendimiento ha sido muy difícil de lograr, y la historia de esta reforma se caracteriza por muchos fracasos y pocos éxitos. También es cierto que el presupuesto puede contribuir al rendimiento a pesar de que no exista un presupuesto formal orientado al rendimiento. El presupuesto por resultados es algo elusivo pero, aun así, se puede hacer en el marco de un presupuesto tradicional para estimular el compromiso del gobierno con la consecución de resultados.
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Hay muchos caminos hacia el rendimiento, pero ninguno de ellos está lo suficientemente bien marcado como para asegurar el éxito. Algunos están basados en procedimientos administrativos, otros en compromiso profesional. Algunos pertenecen a la Nueva Gestión Pública y otros encajan bien en la administración pública tradicional. Es útil operacionalizar la búsqueda del rendimiento de forma secuencial, ordenando las innovaciones de forma lógica, de modo que una pueda sentar las bases de la otra. Así, al poner énfasis en la secuencia y en las condiciones que permitan hacer avanzar el rendimiento, es preciso comenzar por las actitudes y moverse hacia las acciones gerenciales y de ahí a la política.

El movimiento a favor del rendimiento ha hecho que los gobiernos hayan adoptado medidas cada vez más fuertes para lograr buenos servicios públicos. En el pasado se consideraba que una fuerte ética de servicio público era suficiente, después se añadió el foco en el rendimiento, seguido de una serie de instrumentos de medición, cambios organizativos, obligaciones contractuales y derechos legales. Se consideraba que cada instrumento era un paso limitado en la cadena que lleva al rendimiento, con la posible excepción del último, que establece derechos legales para los ciudadanos a recibir un buen servicio. Todo lo que se interpone en el ejercicio de estos derechos se considera sospechoso, incluso el propio Estado. Si éste concede derechos pero no puede cumplir sus promesas, otras instituciones pueden ocupar su lugar.

Sin embargo, la demanda de rendimiento está corroyendo la posición especial del Estado. La descentralización administrativa y fiscal ha transferido recursos del gobierno nacional a los gobiernos locales; agencias independientes han obtenido autonomía operacional del Estado al que sirven nominalmente; las organizaciones internacionales han incursionado en algunas de las funciones vitales del Estado-nación, incluyendo justicia criminal, defensa y política económica; las ONGs se han convertido en proveedoras de servicios y gozan de una posición cuasi pública en conferencias internacionales. Además, como ya hemos señalado, los mercados cada vez participan más en la prestación de servicios.

El Estado no puede rendir si el presupuesto no lo hace. Independientemente de la determinación de los gobiernos en orientar la gestión y la entrega de servicios hacia resultados, si las asignaciones presupuestarias se hacen al margen del rendimiento, también lo estarán los políticos y directivos. No obstante, conseguir que el presupuesto se oriente al rendimiento ha sido muy difícil de lograr, y la historia de esta reforma se caracteriza por muchos fracasos y pocos éxitos. También es cierto que el presupuesto puede contribuir al rendimiento a pesar de que no exista un presupuesto formal orientado al rendimiento. El presupuesto por resultados es algo elusivo pero, aun así, se puede hacer en el marco de un presupuesto tradicional para estimular el compromiso del gobierno con la consecución de resultados.

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